—Oh, ¿no tenías ni idea? —Delarcy le sonrió con ironía—. Todos lo saben. —Selló sus labios para evitar reírse por la expresión en el rostro de Valerio.
—Sabes, deberías darme crédito —se cruzó de brazos mientras hablaba.
—¿Crédito por qué? —Valerio frunció el ceño hacia ella.
—Por encontrarte una amante. Te dije que ella iba a ser la mejor, ¿no? —Delarcy arqueó su ceja hacia él de manera interrogativa—. No solo fue la mejor, sino que también terminaste enamorándote de ella. ¿No crees que debería recibir crédito? —preguntó con un aire altivo en su rostro.
—Eh… —Valerio parpadeó con fuerza hacia ella, y sin saber siquiera qué decirle, se rascó la cabeza y caminó lentamente fuera de la habitación en silencio.
Delarcy observó su espalda desapareciendo, y sus labios se curvaron en una sonrisa cálida.
Un profundo suspiro escapó de su nariz, y ella se acostó en la cama, cubriéndose con la sábana.
...
Valerio llegó a la puerta de su habitación y la abrió.