Su mano temblaba, y el dolor de la quemadura aumentaba con cada segundo que pasaba.
—Val... —Everly susurró su nombre, pero demasiado agotada para acercarse a él, se derrumbó en el suelo, respirando pesadamente.
Valerio tomó respiraciones profundas y, una vez que se calmó, se arrastró hacia Everly y la tocó con su mano izquierda.
—Everly. —La sacudió, pero sólo un gemido de agotamiento vino de Everly, mostrando cuán débil estaba.
Valerio se frotó las sienes y con cuidado, la levantó en sus brazos y la sacó del baño.
Contó sus pasos mientras caminaba hacia la cama y, una vez que llegó cerca de ella, la colocó lentamente sobre la cama.
Un gruñido profundo salió de su garganta y sintió la palma quemada con su otra mano. —Esto realmente duele.
Se levantó de la cama y llamó a Delarcy, quien vino tan rápido como pudo.
—Buenos días, Sr. Avalnzo. —Ella lo saludó y Valerio levantó la cabeza.
—¿Puedes echar un vistazo a esto? —preguntó.
Delarcy caminó hacia él y se agachó a su nivel.