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El primer grupo de personas, que incluía a Lucius, Logan y el resto de los invitados, al llegar a la fiesta entró en el enorme edificio blanco que gritaba riqueza.
Sus ojos críticos se miraban unos a otros, intentando ver quién lucía mejor, quién vestía mejor e incluso quién parecía menos rico que los demás.
Un Lamborghini blanco llegó a continuación al lugar y se estacionó junto al resto de los coches caros en el estacionamiento.
Dos guardaespaldas bajaron y abrieron la puerta.
No bajaron otros que Ileus y Layana.
Los ojos verdes de Layana se posaron en los enormes edificios, y giró la cabeza cuando Ileus se acercó para colocarse a su lado.
—¿Entramos? —preguntó él.
Layana asintió con la cabeza y él enlazó su brazo con el de ella antes de caminar hacia el edificio.
Entraron y al instante todas las miradas se posaron en ellos, específicamente en Layana, que lucía irreal.
Era tan increíblemente encantadora que algunos dejaron su vaso caer de sus manos en un estado de embelesamiento.
El desdén llenó el corazón de Layana mientras se alejaba hacia la mesa redonda blanca con Ileus para sentarse, sin gustarle la mirada que le daban.
—Todavía tienen que llegar —dijo.
Ileus asintió, con la mirada buscando a Valerio. —Esperemos que venga —sonrió y se sentó.
.....
Un SUV negro llegó un poco tarde y se estacionó en el estacionamiento, que ya estaba lleno de tantos coches.
—¡Guau! —exclamó Everly, dándose cuenta de lo grande que iba a ser este evento.
Había tantos coches caros y gente vestida tan ricamente entrando al edificio.
—Esto parece muy grande —murmuró, de repente nerviosa.
Dándose cuenta de ello, Valerio agarró su mano y le sonrió a medias.
—No es para tanto, así que no te preocupes. Estarás bien, ¿de acuerdo? —le aseguró.
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Dentro del edificio, las personas empezaron a murmurar entre ellas.
[¿Vendrá?] —murmuraba uno.
[Ni idea. ¿No se suponía que debía llegar el primero? Quiero decir, su presencia es la más necesaria] —murmuró otro.
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—Desde luego. ¿Es posible que no asista este año? —se preguntaban entre ellos.
Chloe, una dama con cabello rubio y ojos grises, giraba su vino dentro de la copa en el bar.
Dio un sorbo, con los ojos fijos intensamente en la gran puerta.
—Estás esperando por él, ¿verdad? —preguntó su hermano, Ramón, con una mirada molesta en su rostro.
—Sí, Ramón, lo estoy. Me pregunto si vendrá. Casi todos han llegado —se quejó.
—Bueno, si no viene, no puedes hacer nada al respecto, ¿verdad? —inquirió Ramón, y ella negó con la cabeza.
—Cierto, no puedo hacer nada al respecto, pero estaré triste. Además, quiero disculparme con él —suspiró profundamente.
—¿Eh? ¿Disculparte por qué? —preguntó Ramón.
—Por las cosas que le dije, Ramón. Necesito disculparme con él —dijo Chloe torpemente a su hermano.
La cara de Ramón se retorció en la expresión más horrible y la incredulidad brilló en sus ojos.
—¿En serio? Chloe, ¿qué te pasa exactamente? Estás ciegamente enamorada de este chico. Quiero decir, venga ya, él es quien te hirió y tiró vuestra amistad por la borda —enfatizó sus palabras con pura ira, y Chloe inmediatamente lo miró con severidad.
—¡Déjame en paz, Ramón! —le espetó.
Ramón la miró y negó con la cabeza de manera pesimista.
—No te entiendo, Chloe. Haz lo que quieras; no diré una palabra más —tomó unas respiraciones profundas y se volteó hacia el barman.
—Una copa de vino, por favor —pedía al barman.
...
En otro área del edificio, Lucius se volvió hacia Logan.
—¿Estás seguro de que Valerio vendrá? —preguntó.
—Estoy seguro de que sí. Después de todo, su presencia es más necesaria aquí, ¿no? Así que no creo que se lo pierda —explicó Logan y, encontrando sentido en sus palabras, Lucius asintió.
Rosa, que estaba de pie junto a ellos, luciendo hermosa como siempre, se mordió el labio inferior.
—Valerio, por favor no vengas. Ellos arruinarán tu vida si vienes —jugaba con sus dedos con un rostro lleno de culpa y alzó la voz al escuchar los sorprendidos suspiros de la gente que comenzaban a llegar a sus oídos.
—¿Eh? —Una mueca de confusión se instaló en su rostro y se giró para mirar la puerta, solo para quedarse inmóvil en shock instantáneo.
Su cerebro se quedó en blanco mientras la cartera en su mano se escurrió y sus ojos se dilataban enormemente por el impacto, hasta el punto de parecer que se saldrían de sus órbitas.
—Imposible...