Logan se paró frente a la puerta que conducía al hogar de Rosa. Una sonrisa burlona apareció en sus labios. Sin perder más tiempo, abrió la puerta y caminó directamente hacia la puerta de entrada.
Golpeó agresivamente, pero nadie abrió la puerta. Esto le hizo fruncir el ceño.
—¡Rosa! ¡Abre esta puerta! ¡Sé que estás ahí dentro! —gritó.
Pero no se escuchó ninguna respuesta. El ojo derecho de Logan comenzó a parpadear de molestia y, con enojo, pateó la puerta y observó cómo caía al suelo con un fuerte golpe.
—¡Deberías haber abierto la puerta cuando te lo pedí amablemente! —mientras se acercaba a la sala de estar, habló.
Pero la decepción lo invadió cuando no vio a nadie alrededor. No podía escuchar ningún sonido de pasos ni el sonido de alguien moviéndose. Ni siquiera podía escuchar la respiración de nadie.
Esto lo llevó a concluir que Rosa no estaba en esa casa. Había evacuado como si supiera que él venía.