De pie junto a la ventana en su oficina, Nix miraba fijamente el cielo oscuro. Se volvió al escuchar el sonido de la puerta de su oficina abriéndose.
—¡Nix! —sonó la voz de Valerio.
Nix lo miró. —¿Has visto a Vicente? —preguntó.
—Sí. —Valerio asintió y suspiró profundamente—. ¿Puedo hablar contigo?
Nix frunció ligeramente el ceño. —¿Por qué? —preguntó.
—Quiero hablar contigo sobre lo que pasó la última vez —respondió Valerio.
Nix lo miró y se quitó el abrigo. Tomó su teléfono de la mesa, y salieron de la habitación.
En el camino, Valerio se detuvo en la máquina expendedora para comprar dos latas de cerveza.
Salieron del edificio para sentarse en el banco bajo el cielo oscuro.
—Toma. —Valerio le entregó una de las cervezas en lata.
Nix la recibió con una media sonrisa en su rostro. —Gracias.
Tomaron la cerveza en silencio, y Nix, que ya no soportaba más el silencio, lo miró de reojo.
—Entonces... ¿sobre qué querías hablar? —preguntó.