—¿Qué crees que pasó? —preguntó Damon.
—Creo que quienquiera que estuviera aquí logró escapar —respondió Aila.
—Pero hay un esqueleto ahí —frunció el ceño Damon, inclinando la cabeza hacia un lado.
—Cierto. Pero creo que esta persona cometió el error de entrar aquí y fue reemplazada como un cuerpo ahí. Mira, las cadenas están junto a sus pies, la parte superior de esta tumba está destruida y hay una huella de mano ensangrentada —señaló Aila.
—Vale, detective... ¿y luego qué? —preguntó él; su tono era juguetón. Ella lo miró y vio un destello de diversión brillar detrás de sus orbes plateados.
—¡No lo sé! ¡Yo no estaba allí! Solo parece un poco sospechoso. Pero lo que sea que fue, ocurrió hace siglos, así que no me preocupa —se encogió de hombros Aila con una risa.
—Vale, creo que, ahora que hemos revisado la habitación espeluznante, que es, de hecho, una cripta debajo de tu mansión... Es hora de ir a la cama —rió Damon.