—Por favor, que la tierra se abra y se la trague justo ahora.
—¿¡Podría ir peor?!
—Keira se tapó el cuello con la mano y manoteó para abrir la cámara frontal de su teléfono. La incredulidad y la mortificación tiñeron sus mejillas de rojo. Ahí estaba, un chupetón rojo en su cuello.
—¡Sabía que el atractivo desconocido se había dejado llevar en el club, ambos lo estaban, pero no pensó que le dejaría un chupetón en la piel!
—¿QUIÉN… —Damon iba y venía—. ¿Quién se atrevió a tocar a mi hija...? No… Tú debiste haber...
—Papá estaba teniendo un colapso mientras Keira lo escondía bajo su cabello.
—Querida… —Aila intentaba calmarlo, aunque sus labios estaban apretados y sus ojos brillaban como si encontrara esto divertido.
—¡Mamá! ¡No es gracioso! ¡Esto es humillante!
—Necesito que respires… Keira está en esa edad-