Aila miró a sus hijos, con los ojos ligeramente abiertos. Pero ellos seguían absortos mirando el mapa y no prestaban atención a sus padres.
—Pero eso revelará que estoy embarazada otra vez. ¡Sunny casi se da cuenta! —Aila susurró-gritó y parpadeó inocentemente cuando Cato sí los miró.
Cato arqueó una ceja hacia ella. Era tan adorable. Ella no podía tomarlo en serio, aunque él intentaba parecer sospechoso mientras veía a Damon masajearle los pies.
—¿Y qué? ¿Hay algo mal con tener otro cachorro? —Damon frunció el ceño antes de agarrar una de las manzanas apiladas en un tazón de frutas sobre la mesa de café. La había dejado allí desde su primer embarazo. Aila siempre ansiaba manzanas, cupcakes y un montón de carnes rojas cuando se quedaba embarazada.
—¿Te preocupa Koa? —Le pasó la manzana a Aila, quien comenzó a rodarla en sus manos pensativamente.