Damon y Aila yacían sobre la manta, envueltos en las pieles. La espalda de Aila estaba presionada contra el pecho del Alfa mientras él la abrazaba por detrás, besando ocasionalmente su cuello e incitando más chispas y calor que cosquillearan por su cuerpo. Observaban los farolillos flotantes en el lago, escuchando dulces melodías desde su teléfono. Ella suspiró contenta, amando ese momento de paz entre ellos.
Después de hablar sobre tener cachorros juntos, era allí hacia donde su mente seguía yendo. Lo que luego le llevó a pensar en cómo era su vida hace seis meses antes de saber sobre este otro mundo entero. Todo lo que le preocupaba era aprobar sus últimos exámenes y trabajos del curso. Era extraño lo rápido que cambiaban las cosas, pero aún se sentía apasionada por lo que había estado esforzándose en alcanzar.
—Iba a ser veterinaria —murmuró Aila pensativamente.
—Aún puedes ser veterinaria —Damon apretó un poco más su abrazo.