Aila se quedó mirándose al espejo, atónita. No entendía por qué las chicas insistían tanto en arreglarla. Era evidente que ella y Damon iban a tener una cita, pero ¿no era esto un poco demasiado?
Aila llevaba un llamativo vestido midi rojo con tirantes que se adhería a su figura, revelando sus curvas; una abertura subía por un lado de sus piernas casi hasta la cadera, mostrando sus delgadas extremidades. Su cabello blanco había sido rizado suavemente alrededor de su rostro, sus labios pintados del mismo rojo que su vestido, manteniendo el resto de su maquillaje natural a excepción de un poco de delineador en la parte superior de sus párpados, haciendo resaltar sus ojos azules cristalinos.
—No podrá mantener sus patas lejos de ti —se rió Nairi al mirar el reflejo de Aila.
—No era necesario arreglarme tanto para que eso pasara —bromeó Aila, luego encontró los ojos de su amiga—. Gracias... Realmente lo aprecio... Ha pasado tiempo desde hacer algo tan...