Dentro del bar, Aldric corrió al lado de Rex. Para ese momento, su frente estaba cubierta de sudor y sus mechones marrones se adherían a ella. Podía ver el miedo y estrés en el hecho de que Rex no entendía qué estaba mal con él o el dolor agonizante evidente en su rostro. Su mano apretaba fuertemente la de Elissa, y podía verla retorcerse de dolor.
Aldric se arrodilló frente a ellos, deslizándose en la chaqueta de Harry, lo que lo hacía lucir aún más ridículo con su atuendo, pero no le importaba. Rex mostraba signos de transformarse a una corta edad, y la mano de Elissa iba a romperse si él continuaba sosteniéndola.
—Hiciste muy bien en proteger a tu hermana —comenzó Aldric y lentamente envolvió su mano sobre la de Rex—. Pero necesito que la sueltes ahora. La estás lastimando.