—¿Quién fue? —gruñó Aldric, desviando su mirada hacia Harry una vez más mientras avanzaba hacia él de manera amenazante.
—Fue Mark... y sus amigos —respondió Harry, pareciendo dudar, observando al licántropo por un momento.
Aldric retrocedió, sintiéndose como si le hubieran golpeado el estómago. Miró a Harry de arriba abajo y observó su rostro en busca de algún signo de mentira. Empezó a negar con la cabeza. Parecía imposible. Su lobo, sin embargo, casi arrebató las riendas de su mente mientras estaba distraído.
Sus manos se convirtieron en garras, y por un momento, las costuras de su ropa comenzaron a rasgarse mientras el pelo negro brotaba y su mandíbula se alargaba en un hocico y dientes largos y afilados. Aldric lo empujó hacia atrás con fuerza, y sus rasgos volvieron a la normalidad, excepto por sus ojos que oscilaban entre su habitual marrón y los brillantes azules de su bestia licántropa interior transformada en lobo.