—Repite eso —susurró Aldric, las lágrimas aún cayendo por su rostro mientras el tiempo parecía detenerse, sus ojos suplicantes puestos en su cuñada, la esperanza llenando sus profundos ojos marrones. Un poco de luz volvió a ellos mientras esperaba la respuesta de Cathy. Ella había dicho algo que parecía imposible; aún así, se aferró a ello, sin querer soltarlo.
—Esa fue una mala elección de palabras... —Se mordió el labio inferior, que tembló antes de que tragase en voz alta—. Quise decir... Rex y Elissa... No están muertos.
—¿Dónde? —Su voz era apenas un susurro, lleno de emoción, pero Cathy de alguna manera le escuchó.
A diferencia de cómo lo recibió, su cuñada no lo insultó más. En cambio, suspiró y abrió la puerta y la de detrás más aún:
— Dentro. No necesitaba explicar más ni acompañarlo adentro.