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Aila reprimió un suspiro que intentaba escapar de sus labios. Estaba decepcionada, pero no podía dejar que Aldric viera cuánto. Habían estado hablando durante un rato, analizando sus cargas, la culpa hacia su familia, el autodesprecio por lo que se había convertido y el ardiente odio hacia los cazadores.
Chase se había ido hace un rato después de que su presencia continuara distrayendo a Aldric. El licántropo sabía que el cazador era un buen tipo, pero eso no importaba en ese momento. Especialmente cuando estaban discutiendo asuntos tan personales. Era increíble de por sí que Aldric no tuviera inconvenientes en expresarse.
Una vez que Aila explicó los hallazgos de los papeles de investigación, él estaba más que dispuesto a intentarlo. Les parecía tan sencillo a todos. No debería haber sido tan sorprendente para Aila que él no tuviera inconvenientes en expresar sus pensamientos. Tenía una familia a la que extrañaba y a la que deseaba volver.