A través del palacio de pizarra de tonos oscuros, uno esperaría que la apariencia exterior de roca dura fuera su interior. Sin embargo, estaba cortado con un acabado impoluto de negro, azul marino y dorado para los muebles. A lo largo de las altas paredes habían grabados dorados de flores de narciso. La flor favorita de su madre que ella cultivaba a lo largo de las paredes.
Con las arañas de luces arriba y los apliques de pared a los costados aportaban color y vida, haciendo más acogedor al palacio de lo que cualquiera esperaría del rey del inframundo. Pero para Gabriel y Casio, este era el hogar en el que habían crecido antes de que fueran arrojados a la tierra por los actos de su padre. El que Gabriel olvidó y Casio intentó llevar a cabo.