El alivio inundó a Gabriel al escuchar que Esme se retiraba con Aila. La pareja eliminaba a cualquiera en su camino, los licántropos las protegían. Ahora, en medio de todo este caos, estaban él, su hermano y Damon Steel.
—Se termina aquí —Gabriel dio otro paso lento y medido hacia Casio. Su hermano observó el movimiento, los ojos recorriendo a los demás a su alrededor y la sangre salpicando el suelo de hombres lobo y vampiros.
Gabriel podía ver el fuego azul ardiendo en los ojos de su hermano. También estaba recalculando, reevaluando y maquinando. Sin embargo, el temor lentamente llenó su pecho cuando Casio sonrió con suficiencia, recuperando toda su confianza.
—Sí, así es —respondió Casio.
Gabriel frunció el ceño y siguió su mirada hacia las afueras del castillo. Estaban rodeados por hombres vestidos de negro, con pistolas ahora apuntando, listas en el pequeño campo de batalla entre los hombres lobo y los vampiros. La situación estaba a punto de volverse más sangrienta.