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Aila se lanzó hacia la pequeña loba; su mente estaba despierta con pensamientos que le gritaban al cuerpo que se detuviera, y sus músculos estaban tensos por la batalla interna dentro de sí misma. La voz tranquila pero frenética de Malia intentaba abrirse paso a través de la neblina o compulsión en la que se encontraba mientras su cuerpo actuaba como un títere en una cuerda. —Aila notó a su maestro y a su compañero peleando; nuevamente, un miedo la invadió como agua helada clavándose en su piel, pero eso no la detuvo de contrarrestar los rápidos movimientos de Esme. La loba era ágil y letal, revelando que era una luchadora experimentada y bastante acrobática.
—La bota de tacón de Esme se conectó con la barbilla de Aila, volcándola a su lado. —De alguna manera, su pie alcanzó esa altura, y su mente divagó por un momento. —¿En serio? —No podía comentar sobre Esme y su lucha; ¡necesitaba evitar atacar su propia sombra!