—Oh, eso no es divertido —bufó, luego se volvió para ver a Casio aún en el suelo.
No estaba muerto. Aila lo sabía, pero estaba totalmente inerte como si debiera estarlo. El lazo aún estaba en su lugar, lo que significaba que su maestro aún estaba vivo. La idea de que él muriera le causaba un revuelo en el pecho; no quería examinarlo demasiado.
—Es solo este maldito lazo —gruñó Malia en su mente, completamente en desacuerdo con Aila y hacia dónde llevaban sus pensamientos. No sentía nada romántico hacia él, sino una lealtad molesta que se revelaba en este momento. Aila estaría de acuerdo con ella; Casio le había hecho mucho, aunque, al mismo tiempo, la había ayudado. Era un dilema.
—No hay dilema —gruñó Malia. —Él es la razón por la que no estás con tu compañero. Él es la razón por la que hay licántropos en esas celdas en el castillo... Recuerda, ¡el mal supera al bien!