Aila miraba su reflejo en el espejo de los baños públicos sucios. A diferencia de otros complejos de cazadores que parecían casi de vanguardia con las mejores tecnologías y riquezas invertidas, este complejo era relativamente barato. Eso se reflejaba en los baños que parecían no haberse limpiado en semanas, con manchas cubriendo las paredes y el olor a orina flotando en el aire.
Aila frunció el ceño pero no continuó observando los baños que nunca volvería a entrar. Casio había regresado al complejo después de lo que diablos hizo, y ella necesitaba ver qué lío le había dejado Damon. Normalmente, no le importaba; su pareja siempre la dejaba en algún tipo de lío con el cabello despeinado en nudos que cualquiera podía decir que provenían de una sesión de sexo loco.
—¿Desde cuándo no era loco? —dijo Malia casi ronroneando de satisfacción.