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—Desde que avistó a Aila en el castillo, Damon organizó a los hombres lobo en equipos, alternando su vigilancia del castillo. Pronto, esto se convirtió en seguir a Casio, Aila, Davian y a otro hombre pelirrojo que hacía que el Alfa que había en él quisiera reclamar a Aila aún más. Pero ese era el menor de sus problemas; seguirlos sin ser vistos era en sí mismo una habilidad. Se sintió muy afortunado de tener a Gabriel a su lado, así como a un cambiante que, sin quejarse, volaba junto al vehículo de Aila, oculto tras las nubes.
—Este era el tercer día después de ver a su pareja en el castillo. Aún no se habían movido y, de la poca información que tenían sobre Aila y Casio y el pequeño grupo de vampiros, no parecía que Casio los hubiera descubierto. Estaba increíblemente orgulloso de su pareja, pero aún le resultaba jodidamente frustrante estar tan cerca y aún no poder arrancarla de las garras de ese vampiro. No quería nada más que hacerlo pedazos.