—¿Era realmente necesario? —preguntó, levantando una ceja.
—Creo que tú harías más que solo romperle la muñeca —dio un paso más cerca de ella—. Tienes un temperamento bastante explosivo.
—Entonces deberías saber mejor que no enfadarme —giró en el sitio y luego se detuvo de nuevo al ver a Claudina mirándola con rencor.
—Qué ingrata es tu perra. Deberías ponerle un collar. Enséñale unos trucos mientras estás en ello —dijo Claudina con desdén, y luego retrocedió cuando los ojos de Aila brillaron y un gruñido salió de sus labios.
—A él le gusta su 'perra' sin adiestrar —Aila avanzó hacia la vampira, apretando la mano sobre la copa de champán.
El vaso en su mano se hizo añicos, haciendo que Claudina diera un respingo y volara al lado de Casio, agarrándose de su brazo. Aila rodó los ojos y caminó sobre el vidrio caído, mirando a la vampira que empujaba sus pechos llenos contra el brazo de Casio.