Los pasos corriendo resonaban por el callejón, el sonido de las botas chapoteando en los charcos con prisa y las respiraciones entrecortadas y los corazones palpitantes de los cazadores hacían que la caza fuera aún más emocionante. El plan de los cazadores para atacar a la Manada de Roca Verde no salió como esperaban. Tan pronto como estuvieron en posición, escondiéndose entre el conjunto de viviendas, Aila y Davian aparecieron, y los gritos de los hombres despertaron al vecindario sobresaltado. Lo único que quedó atrás fue la sangre salpicada por el pavimento y las paredes.
El único problema era que los otros cazadores se dieron cuenta de que su plan había fallado y comenzaron a retroceder. Estaban en lo profundo del territorio de la manada, así que intentaban escapar rápidamente. Aila observaba desde la cima de un edificio, con la cabeza inclinada hacia un lado mientras los veía huir.