Casio se volteó de nuevo, y ella obedientemente lo siguió. Abrió una de las puertas que Aila vio inicialmente cuando despertó. Al atravesarla, se reveló un vestidor que se extendía hacia dos diferentes corredores. Era como nada que ella hubiera visto antes, con altos techos arqueados, otro candelabro, paredes blancas con esas estatuas de querubines en las esquinas de la habitación.
—Todo lo que necesitas está en esta fila —Casio le entregó un control remoto, presionó un botón y la pared se deslizó, revelando filas de ropa, que iban desde abrigos hasta vestidos, pantalones, jeans, todo lo que ella pudiera necesitar—. Detrás de ti está para tus accesorios. Zapatos, bolsas, relojes, joyería
—¿Dónde puedo encontrar leggings y una sudadera? —Aila interrumpió, forzando sus ojos a desviar la mirada de la gama de ropa de diseñador. Todo era encantador, pero no significaba nada para ella. Su objetivo era llevar algo cómodo y fácil de mover.