Gabriel se colocó frente a Damon, agarrándolo de los hombros, sus dedos tan fuertes como acero y haciendo temblar sus huesos debajo por la fuerza. Pero el Alfa todavía estaba fijado en su compañera; ella ahora miraba hacia atrás.
—¡Respira y piensa por un segundo, maldito lobo! —Gabriel soltó sus hombros pero ahora lo agarró de la camisa, dándole una bofetada en la mejilla para llamar su atención de nuevo. —Si arruinas esto... ¡Tus posibilidades de encontrarla después de esto son escasas!
Damon entrecerró los ojos hacia él, frunciendo la nariz por las bofetadas del vampiro. —¡Esa es exactamente la razón por la que debería ir a ella ahora! ¡Es la oportunidad perfecta! —gruñó Damon, mostrando sus colmillos mientras sus ojos brillaban de vuelta al vampiro. Sus brazos golpearon sobre los de Gabriel, haciéndolo soltar su agarre, y lo agarró de la camisa, lanzándolo sobre su hombro.