Ajax fue el último en llegar mientras el grupo se agolpaba sobre un mapa en la mesa de café frente a los sofás. Damon estaba al teléfono, de espaldas a todos mientras miraba por la ventana, su cabeza girada hacia atrás para observar al cambiante caerse en el sofá con facilidad y una sonrisa relajada en el rostro. El Alfa suspiró:
—Está bien. Manténganse alerta. Lleven su teléfono para más instrucciones.
Damon colgó y guardó el teléfono en su bolsillo mientras redirigía su atención a Beta Kane, que señalaba una ubicación en el mapa.
—¿No es la manada encargada de Qina, los Sabuesos Azules? —preguntó el Beta mientras señalaba el pueblo y volvía su mirada hacia el Alfa.
—Lo es. Acabo de hablar con su Alfa. No han visto a Aila o a Casio.
—¿Realmente puedes confiar en lo que dice un cazador? —Kane preguntó y se encogió cuando Damon gruñó por la interrupción y el comentario de su Beta.