—Aila
—Aila
—Aila
Lloró su nombre. Nunca había parecido tan frágil antes, incluso cuando escapó de los cazadores dos veces antes. Su compañera siempre regresaba aparentemente ilesa aunque él siempre supo la verdad de sus heridas.
Esta vez su lazo estaba bloqueado, y la vista de ella lo sobresaltó y enfureció. Sin darse cuenta, la había estado meciendo de un lado a otro.
—Damon... —Su voz diminuta lo sacó de su desesperación, y él miró hacia sus ojos medio abiertos. Ella levantó la mano, rozando suavemente la barba en sus mandíbulas, y sonrió tan tiernamente que sintió que su corazón se apretaba y su respiración se detenía. El alivio inundó sus ojos antes de que su mano cayera y sus ojos se cerraran de nuevo.