El sonido resonó en los oídos de Aila mientras sus ojos se fijaban en el cuerpo de Chase en el suelo. Inhaló agudamente al ver la sangre ya manchando el suelo pavimentado. Parecía como si el tiempo se detuviera, sus respiraciones eran lentas y ruidosas, su corazón golpeaba fuerte contra su pecho, una, dos veces, podía contarlas.
—¡Aila!
La voz de Damon azotó su mente trayéndola de vuelta del borde de la desesperación al ver a otro amigo muriendo. Aila apretó los dientes, —Gabriel... Antes de que terminara la frase, Lutero apareció al lado de Chase y la pareja desapareció en el edificio. Ella miró hacia Gabriel, —Gracias.
—Todavía no me agradezcas —replicó él, levantándola y colocándose delante de ella protectoramente. Damon estaba a su lado, de inmediato la abrazó mientras ambos observaban el entorno. Había muchos más cazadores de lo esperado.
¿Cuántos...
—Cuento otros 200 —Gabriel habló por encima del hombro.