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Aila frunció el ceño ante la historia que Gabriel les había contado hasta ahora. Había tanto en el pasado de él, Casio y Amelia. Pero el último fragmento de información no tenía sentido. Miró al rey vampiro que estaba sentado, vestido todo de negro; su chaleco, camisa, corbata y pantalones le ajustaban ceñidamente contra su cuerpo musculoso y esbelto. Él estaba mirando sus dedos con despreocupación mientras les contaba sobre los eventos que llevaron a la muerte de Amelia.
—Espera... —Aila lo interrumpió antes de que pudiera continuar. Miró a su alrededor con timidez; el grupo la observaba con una leve molestia como si quisieran escuchar el resto de la historia. Aila rodó los ojos; ¡tal vez deberían conseguir palomitas mientras esperan! Después de todo, técnicamente podría considerarse un intermedio. Gabriel sonrió con sorna mientras continuaba evaluando sus interesantísimos dedos.