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Finn había estado en máxima alerta durante los últimos días, sin relajarse ni una vez alojado en el gran hotel de Gabriel. Desde que Gabriel había estado mostrando su interés en Aila, estuvo vigilando al vampiro, observando sus modales, tratando de agarrarlo desprevenido y escuchar sus llamadas telefónicas. Se aseguró de mantener sus pensamientos enfocados en diferentes temas siempre que el vampiro estaba en la habitación.
Había algo extraño en Gabriel, y no podía precisar qué era. Cuando Aila estaba por primera vez en el dormitorio principal hablando por teléfono con Alfa Damon, Finn se sentó con un vaso de ese caro whiskey y pensó en su tiempo en el complejo del cazador. Cuando fue secuestrado y llevado a esa maldita celda, se mantuvo lo más alejado posible del vampiro en la celda de al lado.