Kaden parpadeó. ¿Era este un universo paralelo? Permaneció congelado en el umbral de la puerta, una mano inmóvil sobre su corbata y su abrigo colgando de su brazo. Estaba en el proceso de arrancarse la corbata como un delincuente en el instituto. Pero lo primero que encontró fue a una ama de casa.
—SU ama de casa, para ser más específicos —vestida con un delantal y todo, su cabello recogido en un moño suelto y su ropa irradiando calidez femenina—. Cuando sonrió, no llegó a sus ojos. Ah, una mirada de desdén.
Pero para Kaden, verla así era suficiente. Ella le lanzaba un hueso y él haría parkour voluntariamente por él.
—Bienvenido a casa, esposo —dijo ella.
—Debo haber entrado en la casa equivocada —Kaden procedió a aflojar su corbata—. Estiró su cuello a la izquierda y a la derecha.
Su sonrisa se ensanchó de manera peligrosa.
—Aquí, déjame ayudarte —Lina dio un paso adelante.