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Cuando Lina fue ayudada a ponerse su vestido de novia, hombres se colocaban chalecos antibalas. Cuando ella se abrochaba su collar, se cargaban municiones. Cuando se deslizaba su pulsera, se ajustaban pistolas. Cuando colocaba su velo en su cabello, fundas de pistolas reposaban sobre los hombros. Mientras Lina se calzaba sus tacones, hombres de negro salían a raudales por las puertas.
Algo azul: el anillo de zafiro. Algo viejo: el anillo de rubí. Algo nuevo: el vestido que nunca quiso. Cabello recogido en un moño elegante con mechones enrollados imitando flores, perlas que pendían en su falda como una sirena que sale de la espuma de las olas, y oro blanco resplandeciendo en los puntos de su pulso, los organizadores nunca habían visto una novia más hermosa.
La lista de invitados era pequeña. Los amigos y familia cercanos de Atlantis fueron invitados, el Rey y la Reina de Wraith estaban presentes como testigos, y por el lado de Lina, no había nadie.