La cabeza de Lina comenzó a doler. Las inquietantes palabras de Atlantis hicieron surgir un recuerdo enterrado profundamente en su pecho. Allí, finalmente vio las características del rostro borroso. Una mano acariciando su mejilla, otra descansando en su espalda baja, podía ver el recuerdo desplegarse como una película.
—En esta vida y en la siguiente, serás mía —juró Kaden—. Si alguien se atreve a separarnos, los cielos caerán y la tierra se partirá. Libraré una guerra con el cielo y la tierra si eso significa tenerte en mis brazos una última vez.
Lina soltó un respiro tembloroso. Retrocedió tambaleándose, cayendo directamente sobre el sofá. Su mirada comenzó a temblar. Se preguntaba si Kaden era el hombre de sus recuerdos ajenos. Veía fragmentos del pasado, pero no podía distinguir si eran reales o falsos. Tenía la sensación de que su cabeza estaba a punto de partirse en dos.