Antes de que Lina pudiera siquiera respirar, Kaden la colocó en el suelo. Al instante, sacó su teléfono del bolsillo y llamó a su gente. Ella observó horrorizada cómo su rostro se volvía mortalmente inmóvil. Con sus anchos hombros dándole la espalda, conversaba sigilosamente con su gente. A pesar de esta horrible noticia, nadie estaba en pánico. ¿Era ella la única?
—¿Cómo pudo haber pasado esto? —Kaden preguntó con calma, sus dedos pálidos como hielo en el teléfono. Su agarre se apretó ante la respuesta de Sebastián.
—El Director Ejecutivo de la compañía de noticias no está atendiendo nuestras llamadas. Justo anoche se informó que fue visto con el Presidente del Conglomerado Medeor.
—Expone al Director Ejecutivo por todos sus crímenes. No dejes piedra sin mover —Kaden oyó un ruido detrás de él. Se giró rápidamente para ver a Lina que se escabullía hacia su teléfono.