Antes de que pudieran ser acusados de algún delito, el chófer llegó en una elegante camioneta negra que parecía el tipo de vehículo que frecuentaban las celebridades. Kaden llevó a Lina en brazos hasta el auto, a pesar de su protesta de que podía caminar y sus tacones rojos quedaron tirados en la calle. Con gran objeción, Lina fue colocada en el auto con Kaden a su lado. Él cerró la puerta de golpe y le dijo al chófer que condujera.
Lina soltó un gemido, recostándose en su asiento con una mirada que irradiaba odio. Se trepó sobre el regazo de Kaden y hacia la ventana, donde vio sus zapatos de tacón rojo alejándose con cada segundo que pasaba. Esperaba que la próxima persona que los encontrara les diera un buen uso. Eran de edición limitada.
—Solo son zapatos —dijo Kaden, mirándola.