Kaden apoyó una mano en su rostro. Ella se inclinó hacia su toque. Su corazón se comprimió. Ella había cerrado los ojos, perdida en su caricia. Él no se atrevió a mover la mano. No se atrevió a perturbarla. Era tan hermosa, como un pájaro encantador descansando en una rama. Deslizó su otra mano hacia su espalda baja, atrayéndola hacia él.
—No es la muerte lo que me preocupa —murmuró Kaden.
Lina no dijo nada. Pensarías que estaba dormida. Así de pacífica era su expresión. En realidad, estaba pensando en todas las cosas que su Segundo Tío podría hacerle.
Empujándola a una camioneta. Atándola a los extremos de un helicóptero. Asegurándose de que despertara en aguas infestadas de tiburones. Había muchas cosas que un hombre podía hacerle a una mujer que eran peores que la muerte. Y su Segundo Tío no dudaba en cruzar la línea.
—Es tu bienestar lo que me importa —dijo Kaden con expresión seria.