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Había momentos en la vida de Lina donde se daba cuenta de cuán pequeño era el mundo. Necesitaba conocer a Atlántida, y casualmente, poco después de un baño, recibió una llamada de él. Empezó a apreciar cómo cada momento en la vida de una persona estaba conectado a otro, y ese otro estaba conectado a alguien más. Todo el mundo era una red de conexiones.
La llamada ocurrió cuando Kaden tomó su ducha poco después de que ella saliera del baño. Él le había dado un dulce masaje antes de su baño, pero no entró en la bañera con ella.
Kaden no sería capaz de controlarse si ella estuviera al alcance de su ardiente deseo; no sería capaz de resistirse a devorarla allí en el agua.
—¿Señora? —Una voz llamó suavemente desde la puerta cerrada.
Lina se había puesto ropa cómoda cuando escuchó el toque. Se acercó a la puerta y la abrió para ver que era Teodoro.
—Teodoro —Lina lo llamó.