Aries permaneció en los cuartos del emperador todo el día y la noche, obteniendo el descanso que necesitaba para recuperarse. Con suficiente descanso, al día siguiente estaba completamente recuperada. Después de eso, volvieron a su horario normal.
Regresó al palacio donde residía, asistiendo a sus lecciones con Dexter y Conan. Mientras tanto, Abel volvió a ser el emperador. Había pasado una semana desde entonces.
Y... había pasado una semana desde que Aries se negó a vestir algo femenino. Abel la apoyaba para que nadie pudiera regañarla por sus acciones y decisiones.
—Señorita Aries.
—Ariel —corrigió ella, lanzando a Conan una mirada cómplice mientras caminaban por el pasillo, dirigiéndose a la biblioteca.
—¿Señor Ariel? —Conan llamó, caminando junto a ella con una expresión distorsionada.
—¿Sí?