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Por la persistencia de Aries para acompañar a la dama, esta no tuvo más opción que aceptar que el emperador de este imperio y un hermoso joven la acompañaran a su destino. Cualquiera en su posición se sentiría halagado de recibir su atención.
La joven noble caminaba con el rostro sonrojado en rojo. Miraba por encima de su hombro y luego hacia el otro, apretando los labios en una línea delgada. Detrás de ella estaban Abel y Aries, quien se presentó como 'Ariel'.
—¿Habrá sido realmente efectivo el polvo que me puse hoy? —se preguntaba, tocándose la mejilla sonrojada.
Mientras tanto, a medida que la joven dama confundida se preguntaba cómo había captado la atención de estos dos 'hombres', Aries y Abel se molestaban mutuamente. A pesar de la vena que destellaba en sus sienes, mantenían su sonrisa educada.