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Adeline esperaba su acuerdo. Si él escuchaba la conversación, se enteraría de su cuestionable linaje. En este momento, ella podía ser la hija de un Príncipe Heredero o la hija de un Vizconde. Su reputación era cuestionable. No le culparía si de repente quisiera retractarse de esto.
Tampoco planeó a sus padres. La verdad, ella dudaba de la historia del Vizconde Marden. Ella sabía lo poderoso que era su Padre, no había manera de que él tolerase lo que habría sucedido. Si su Tío realmente se había aprovechado de su Madre, él no estaría vivo.
Pero Adeline no quería engañar a Elías con su cuestionable linaje. Él nunca le había mentido, y ella no quería hacer lo mismo.
Sin advertencia, él agarró su cintura y la empujó hacia el auto. Ella cayó sobre los asientos, sus ojos se abrieron de par en par cuando él subió con los ojos rojos brillantes. Estaba furioso. El fuego lamía su piel, amenazando con quemarla viva. Él cerró con golpe las puertas del auto.
—Conduce —gruñó al chófer.