—¿Y qué piensas hacer con él? —reflexionaba Elías.
Elías meditaba sobre la idea de matar al usurpador. La idea le atraía, pero los resultados le repelían. Si ella recuperaba su trono en Kastrem, tendría una responsabilidad lejos de él. Eso no le gustaba. Él quería tenerla cerca y al alcance, donde nunca pudiera escaparse de él nuevamente.
El pensamiento le hizo sonreír de manera inquietante, como un fantasma. Afectuosamente, acariciaba la parte posterior de su cabeza, deslizando su mano hasta su espalda baja. La atrajo firmemente hacia él, ocultando el brillo en sus ojos maliciosos.
—Algo en tu expresión me dice que no quieres que le haga nada —señaló Adeline.
Adeline lo había estado observando todo el tiempo. Aunque nunca podría saber qué estaba pensando, había notado el cambio en su expresión. Era pecaminosa y cruel.