Adeline miraba hacia él sin decir palabra. Estaba indecisa. Había tantas cosas que podían salir mal al decir la verdad. Pero no estaba a favor de decir mentiras, especialmente a su futuro esposo. Él la observaba con una mirada endurecida, pero ella vio la sinceridad detrás de ella.
—Soñé con mis padres... —confesó.
Adeline jugueteaba con sus dedos, manipulándolos con la esperanza de distraerse. Sintió la tartamudez antes de que llegara. Intentó suprimirla, sabiendo que su ansiedad era la causa. Si tan solo tomara unas cuantas respiraciones profundas, sería suficiente para despejar su mente.
—¿Una pesadilla? —preguntó Elías.
Adeline asintió un poco.
—Ya veo, querida.