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[Advertencia: Lo siguiente contiene contenido para mayores de 18 años.]
Weston sonrió, presionando continuamente el punto de su interior sedoso y mojado. Ella contoneaba su cintura mientras los dedos de él hacían temblar sus muslos.
Weston se bajó de ella y se acomodó entre sus piernas, ansioso por saborearla. Pero colocó su poderosa mano sobre su estómago, presionándole las caderas hacia abajo, sabiendo que a ella le encantaba huir del placer.
—¿No? —Weston hizo eco, lamiendo su entrada, provocándola. Ella se estremeció en respuesta, intentando cerrar sus piernas, pero estaban sostenidas abiertas por las esposas de cuerda.
—Weston, lo siento
—Mentiras. ¿No es eso lo que más te gusta, cuando te llevo al límite también? —preguntó Weston, retirando su pulgar para poder insertar tres dedos en ella ahora. Se estaba relajando para él, lo que haría que fuera menos doloroso cuando la penetrara.