Tres años después.
—¿Has visto al señor Weston hoy?
—¡Oh, sí! Su piel parece brillar hoy también. Parece que también ha ganado músculo.
—¡Sí, sí! La última vez la señorita Stella lo vio romper el muñeco de práctica con un solo golpe de su mano.
—Me pregunto qué habrá llevado a un desarrollo tan poderoso...
Como de costumbre, las criadas chismorreaban entre ellas mientras hacían sus tareas del día. No podían evitar hablar del tema que siempre derivaba en Weston, quien a pesar de su mirada sombría, seguía siendo alabado por muchas mujeres aquí. Sin embargo, tenían curiosidad de si estaría bebiendo más sangre de lo habitual, pues su fuerza parecía haberse multiplicado. Nadie sabía por qué, excepto unos pocos elegidos.
—Y la última vez, vi
—¡Silencio!
Las criadas cerraron rápidamente la boca cuando el propio hombre pasó por los pasillos. Todos robaron un vistazo en su dirección, algunas soñadoras suspirando, deseando que él pudiera pertenecerles.