En la lejana distancia del castillo se ocultaba una impenetrable torre de piedra. Era antigua, con apenas dos ventanas y no pertenecía a la era moderna. Pero era todo lo que Dorothy necesitaba y conocía. Su mentalidad aún estaba atrapada en la era aristocrática, donde las mujeres usaban vestidos largos y los hombres portaban espadas.
Dorothy estaba escribiendo una última carta para su desesperado nieto. Elías pensaba que ella era un estorbo para él, sin saber que ella tenía la clave para resolver todos sus problemas. En su impecable y ordenada caligrafía, confesaba la verdad que podría salvar su futuro.
—Mi trabajo está hecho —Dorothy finalmente dijo para sí misma, tocando el papel con un ligero ceño fruncido.