Una vez que los bebés fueron alimentados, eructados y jugados, Elías los acomodó en conjuntos idénticos de columpios para bebé con juguetes colgando en la parte superior, para que se mantuvieran entretenidos. Últimamente, todo su horario había estado plagado por los niños, y no habían podido pasar tiempo juntos.
—El clima está genial hoy —dijo Elías.
Estaban acurrucados en la cama, su cabeza descansando en su pecho, los brazos de él reposando en su cintura y su cuerpo presionado contra el de él.
Elías podría quedarse así por el resto de la eternidad. Siempre se sentía completo cuando ella estaba acurrucada en su abrazo. Su cuerpo se moldeaba perfectamente al de él, como si estuviera hecha para ser amada por él.