Lydia lo miró boquiabierta como si estuviera loco. ¿¡Decir eso en voz alta y con arrogancia, acaso no tenía vergüenza?! Aun así, su estómago revoloteó, y ella tenía la sensación de que lo disfrutaría bastante. Sin embargo, era demasiado terca para admitirlo y simplemente rodó los ojos.
—Como si alguna vez pudieras doblegarme sobre tus rodillas —se burló Lydia, saliendo por la puerta y comenzando a cerrarla con llave.
Lydia intentó ignorar su frío cuerpo acechándola por encima, observándola mientras ingresaba la combinación. Él era alto y se erguía sobre ella, impidiéndole esconder el código.
—Conquisto cada desafío que se cruza en mi camino —comentó Weston, parado increíblemente cerca de ella. Podría aprisionarla contra la puerta si quisiera.
Lydia tragó saliva. No quería girarse y mirar dentro de sus oscuros ojos. A veces, estos se ponían de un rojo brillante cuando sus emociones estaban en alerta máxima. Pero la mayor parte del tiempo, eran de un marrón oscuro.