Elías sostenía a los bebés mientras Adeline les daba de amamantar a cada uno por turnos. Observaba con curiosidad y se dio cuenta de que era un poco incómodo con los camisones que llevaba. Le compraría un nuevo armario y arreglaría su dormitorio mañana. Sería como si nada importante hubiera sucedido y la vida volviera a la normalidad.
Pero mientras Elías veía a Adeline acariciar el rostro de Elios, con esa misma sonrisa ingenua y vacilante que tanto amaba, una parte de él se removió. Sus bebés se mantendrán jóvenes por un tiempo, pero ¿qué pasará con Adeline?
Mientras su piel se convierta en cuero, la suya será eternamente joven. Mientras sus huesos se vuelvan frágiles, él solo se hará más fuerte.
—Je, mira su cara —arrulló Adeline, divertida por cómo Elios parecía embriagado de leche. Elios tenía una expresión de satisfacción en el rostro, los ojos apenas abiertos después de que ella lo eructara.