—Presidenta —William se dirigió a ella, sabiendo que la reunión iba a comenzar pronto. Una vez más, la presidenta estaba ensimismada, con la mirada perdida en la ventana. Afuera llovía, las gotas resbalando por el alto cristal.
—El cielo está llorando —dijo Lydia vagamente, su atención concentrada en las nubes de tormenta. Era una mañana horrible. Tragó saliva, sabiendo que no había nada que pudiera hacerse por Adeline.
—Y tus empleados llorarán al no recibir su cheque si sigues mirando por la ventana en lugar de prepararte para la reunión —la reprendió William, sin entender por qué parecía tan deprimida.
Claymore Farmacéuticos estaba avanzando rápidamente, y la nueva medicina que estaban desarrollando iba a generar millones, si no es que miles de millones de dólares en ganancias. Era una droga muy buscada que se extendería rápidamente por el país y luego por el mundo. Ya estaban en camino de presentar una patente para el medicamento.