El castillo estaba tenso e incómodo. Los empleados hacían su trabajo como siempre. Los conserjes limpiaban los pasillos, los chefs preparaban las comidas de todos y el jardinero podaba los arbustos, pero todos podían sentir el ansia.
Querían saber si la Reina estaba realmente embarazada, pero nadie había conseguido verla. Estaba en el piso más alto del castillo, donde residían el Rey y la Reina. Tenía el sistema de seguridad más loco, y solo empleados seleccionados tenían permiso de atenderla.
Aquellos que la atendían, eran lo suficientemente sabios como para mantener la boca cerrada. Pero cuanto más silencio había sobre el asunto, más gente se volvía curiosa.
—Si la Reina está realmente embarazada, deberíamos servirla como si fuera su último día aquí…
—Sí, cada día debemos tratarla mucho mejor que ayer, ya que su tiempo en este mundo es limitado.
—Nuestra Reina es tan encantadora, pero es humana. Qué cosa más lamentable... Perder su vida por el bien de un heredero.