Adeline se dejó caer suavemente sobre la cama, su cuerpo rebotando levemente. Él la sostuvo debajo de él, sus ojos se agrandaron cuando él le sonrió con suficiencia. Su pulgar trazó sus labios magullados, rojos por su rudeza. En lugar de quitarse la bata, simplemente la abrió.
De repente, se inclinó para besarla, su cuerpo presionado contra el de ella. Pronto, se quitó los boxers, quedándose completamente desnudo. Antes de que ella pudiera siquiera moverse, ajustó su posición, hasta que ella estuvo encima de él. Sus ojos se abrieron sorprendidos. Era la primera vez que lo miraba desde arriba de esta manera, sus muslos expuestos, montando su abdomen musculoso. Se sintió contraerse, sintiendo la dureza de su cuerpo entre sus suaves piernas.
—Elías, qué
—Móntame —dijo Elías. Sonrió con suficiencia cuando sus muslos temblaron, descansando con soltura a cada lado de él. Colocó las manos de ella sobre su pecho, cubriendo sus pequeños dedos con los suyos largos.